viernes, 12 de septiembre de 2008

epilogo

Me alegra y me sigue sorprendiendo la seguridad de saber que Dios también me ha llamado a mí, cristiana corriente en medio del mundo, rodeada de mis circunstancias concretas, de un tiempo y una sociedad concreta, igual a la de millones de personas.

Una existencia como la tuya, sin nada especial, ni digno de ser recogidos en ningún periódico, sin necesidad de salir en la tele, por que no es noticia para nuestra sociedad, que Dios sigue llamándonos a servirle.

Invitándonos a que luchemos por hacer de nuestras vidas oración. Sin salir de las circunstancias que teníamos antes. Con las mismas dificultades que antes, con las mismas caídas y levantadas, pero con la confianza puesta en que por la misericordia de Dios, hemos encontrado un camino donde seguirle.

A veces, cuando miro a los que pasan junto a mí, me pregunto: ¿Este, o ésta, habrá tenido la suerte de sentirse también llamado a seguirle?

La respuesta es Sí, siempre, nos ha llamado a todos. Y me cuesta callar y seguir como si nada, con esta inquietud dentro de mí. Sabiéndome igual a todos. Sintiendo y sabiendo que en el corazón de una inmensa mayoría vibra este mismo sentimiento, y este gozo de saberse hijo o hija de Dios.

Todos los bautizados hemos sido llamados a salir de nosotros mismos y proyectarnos o compartir con los demás, esta enigmática sensación de hermandad, que nos une a toda la humanidad: multicolor y polifacética. Quizás sea ese el motivo que amplia los horizontes, por encima de lo circunstancial o inmediato, Sabiéndonos parte de un todo.

Quizás también sea ese el motivo de la necesidad de ver en los demás: “PERSONAS”, como Tu y yo, con circunstancias concretas que les limitan o favorecen, pero que igualmente son parte de ese todo al que Tu y yo pertenecemos, en razón de nuestro Bautismo.

Sin embargo que difícil es a veces hablar con los demás de estos temas. Por eso es mi deseo, el empujar a la divulgación de este texto, con la esperanza de que pueda servir a alguien para reflexionar, sobre su vida interior.

Sobre ese misterioso caudal de emociones y de fuerza que guía muchas veces nuestras acciones sin que estemos completamente convencidos de saber que nos traemos entre manos.

No olvido la complejidad del ser humano, lo extraordinario de eso que llamamos Fe y las muy diversas formas de incidencia de los respectivos temas sobrenaturales en la personalidad y en el desarrollo de cada existencia,“única e intransferible“, de cada ser creado.

Que hace muy difícil compartir el verdadero sentido de lo que llamamos: “Vocación particular“. A la que todos estamos llamados. Y quizás por ello, no suele este ser un tema de dialogo frecuente.

Todos somos conscientes de que dentro del seno de nuestra madre la Iglesia Católica, existen muchos carismas, diversos caminos, fundados por personas de alguna manera especiales: inspirados por el Espíritu Santo y dotados de gracias singulares, para el bien de toda la Iglesia universal.
Personas de carne y hueso como se suele decir; con virtudes y defectos pero con una tendencia bien definida ha hacer la voluntad de Dios. Que es el motor, que durante toda o parte de su existencia, les hace merecedores en su posterioridad de ser ejemplos a seguir. [1]

Cosa que es de mucho agradecer. Y que nos hace confirmar que de alguna forma. Dios habla a los hombres de nuestro tiempo a través de estos carismas que da a sus hijos.

Mi recuerdo y agradecimiento especial por su fidelidad a uno de estos seres especiales; que en su natural condición de hijo de Dios, en el año 2002, se celebro el centenario de su nacimiento. Y que con muchos años de antelación abrió un camino para que tantos laicos, viviésemos en medio del mundo, pendientes de Dios. Sin olvidarnos de seguir al ritmo de los tiempos, en medio del mundo. En nuestras habituales ocupaciones de ciudadanos temporales de un lugar llamado tierra.

En La Algaba a 19 de Febrero del 2003.


[1] Dice Juan Pablo II: Es el momento de proponer modelos para la búsqueda de la santidad, que sigue siendo actual y urgente para los tiempos que corren.. La santidad es para gente corriente, no extraordinarios. Desde 1578 a 1978 se beatificaron a 800 cristianos y se canonizaron a 300. Desde 1978 al 2002, bajo el pontificado de S.S. Juan Pablo II se beatificaron a 1274 cristianos y alcanzaron el título de Santidad 459 nuevos Santos, entre los que señalamos a S. José María Escrivá de Balaguer, Canonizado en Roma el 6 de Octubre del 2002. Fundador del Opus Dei, camino que busca la santificación en medio del mundo , a través del trabajo ordinario y a Sor Ángela de la cruz, Canonizada en Madrid la primavera del 2003. Una monjita fundadora de las Hermanitas de la Cruz. muy querida en Sevilla. Por su labor heroica y sencilla de la atención a los pobres y enfermos.

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